the power of the goddess

la diosa del sol me da fuerzas para seguir caminando, aunque no se a donde me dirijo ni por que motivo...sigo adelante

jueves, septiembre 28, 2006

curso nuevo ¡¡¿y yo con estos pelos?!!

Saludos mis queridos, aunque escasos, lectores.

Pese a mis recurrentes avisos de bomba y de fugas de desperdicios tóxicos no he podido evitar el inicio de otro curso más. Que se le va a hacer

Y, como si de uña y roña se tratara, el nuevo curso viene acompañado de los nuevos profesores.
Ah! el cuerpo docente! esa gente entrenada para amargarnos la existencia desde el parvulario y a los que tienes que soportar/hacer la pelota hasta que te graduas (para ser sustituidos por un jefe despótico).
Dentro de este grupo se peuden encontrar diversas sub-categorías, bien conocidas por todos aquellos que alguna vez pisaron un aula (el amargado, el que se pasó con los porros en su juventud, el de las manías extrañas, el colega, el que huele...) sobre estos no voy a entrar en detalles, me cebaré con los que me tocan este curso:

-La Momia: (EL momia? me lo aceptará la RAE?) parece salido de un museo, y es posible que un buen día le de un susto a irene y se lo encuentre medio enterrado en una excavación.
-La fugada del manicomio: tanto en aspecto como en actitud.
-el del vaso medio vacío: "no os voy a engañar, muchos vais a suspender" lo dijo todo en una frase.

P.D: Y para colmo mi madre no se ha creido que he pillado la gripe aviar, que bien me conoce la jodía!

domingo, septiembre 24, 2006

La vuelta al cole (o a la uni en este caso)

Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo........


Aclaración del post: mañana empiezo nuevo curso, para saber mis sentimientos al respecto remitirse a la liena anterior.

jueves, septiembre 07, 2006

Esto es un borracho que sube a un autobús...

¿habeis tenido alguna vez un miedo profundo a algo cotidiano e inofensivo?
¿miedo a las pinzas de tender la ropa?¿a la mancha de humedad del techo del baño?
¿si?¿no? a ver que me dacís de esta...¿miedo a subir a un autobús?

suena raro, eh? pero creedme si os digo que hay motivos para temer...diversos y oscuros motivos...no solo deberíais temer a las mujeres que carguen consigo acordeones, no...hay más, muchos más...
Permitidme compartir con vosotros una porción de mis miedos más profundos.


Como tantas otras veces, no lo ví venir. Claro que de haberme fijado un poco hubiera descubierto señales de que esto iba a pasar. Yo, por supuesto, parezco ignorarlas deliberadamente.

Pongámonos en antecedentes: mismo autobús, mismo trayecto, esta vez en sentido contrario.
(aquí ya debería haber empezado a sospechar)
Subí, me senté, saqué mi omnipresente libro y me evadí del mundo (algo en lo que soy particularmente buena).
Ví subir a los otros pasajeros por el rabillo del ojo: señoras mayores (sin acordeones, gracias a Dios), jubilados, niños, jóvenes, etc. a penas vi pasar a un grupo de chavales de aproximadamente mi edad, eran unos 7 u 8, chicos en su mayoría. Me pasaron de largo y se sentaron en la zona de atras.

A todo esto yo estaba inmersa en mi mundo de lectura, inonscientemente ajena a lo que se me avecinaba, algo bastante reprochable si tenemos en cuenta mi pasada experiencia con la música en el transporte público, pero esa soy yo: inconsciente y ajena!

¿conoceis esa extraña sensacion de que alguien te observa? esa que te hace pensar que has visto demasiadas pelis de espias o que no te has tomado la medicación contra la paranoia.
Pues justo cuando Andrea estaba apunto de mandar a la mierda a su jefa en mi libro, lo sentí,
tuve la certeza de que alguien me miraba atentamente.
Giré la cabeza y ahí estaba él. O por lo menos su cabeza.

Da miedo, eh! si, yo tambén me asusté en aquel momento. Ahí tenía yo a un chaval (no particularmente agraciado) asomando el cabezón por el agujero que hay entre los cabezales de los asientos, que me miraba y me sonreía de una manera un poco extraña. No pude suprimir un escalofrío.
Le miré perpleja. Parpadeé una, dos...tres veces. Todavía me miraba. Todavía sonreía. Que miedo!

-hola, ¿como te llamas, preciosa?

esa simple frase me dió más información de la que aparenta:
1) era extranjero, de alguna parte de sudamérica (argentino no era, es el único acento que sé distinguir)
2) iba borracho, información proporcionada por su aliento y patrocinada por la unión de cerveceros del vinalopó.
3) pretendía ligar. (ja, buena suerte, en ese estado tenía mas posibilidades de que le cayera un rayo encima 6 veces seguidas que de salir del autobús con mi número de teléfono)

-hummm...sofía -que es el nombre falso que doy cuando me pasan estas cosas
-¿que haces?

miré a mi alrededor, miré al chico, miré mi libro, miré al chico...
lo que pensé fué: ¿perdón?¿a que te refieres? ¿a viajar en autobús o a leer tranquilamente?
pero lo que dije fué:
-hummm...leer.

y con eso me dí la vuelta u volví a abrir mi libro.
pero se ve que no estaba muy receptivo el chico, porque insistió:
-y leer ¿te gusta mucho, mucho o poco, poco?
¿mucho, mucho?¿poco, poco? ¿que te has fumao?
-pueees... mucho, mucho -lease con tono de irritación.
me volví a girar.

la paz me duró unos cinco minutos, lo que tardó el muchacho en volverse a sus amigotes (los del grupo de antes) y darles mi respuesta, seguido de gritos de fondo.

-¿como me has dicho que te llamas? -vaharada de pestazao.
me cagué mentalmente en todo el proceso de destilación de la cerveza.

-SO-FI-A!
-¿y te gusta leer mucho, mucho?

AARHHG!!!

le dije que sí y me giré bruscamente en toda su cara, a ver si pillaba la indirecta y seguí con mi lectura, durante una página y media, cuando sentí movimiento en el respaldo.
Sabía que era él y esta vez no iba a darle pié. Por segunda vez tendría que recurrir a mi patentada técnica de hacerme la sueca, que funciona!

Me giré hacia la ventana, para darle la espalda por completo y centré la vista en mi libro, bendito libro.
Noté más movimientos de mi respaldo, sutiles, como si cambiara de posición o moviera las manos. Y de pronto no tan sutiles, meneos de asiento en toda regla (el muy cabrón!) pero yo no iba a ceder, mi técnica es de primera. Entonces sentí el perfil de una mano en mi cuello, y no un roce, sino un golpe (hijo de su madre!), aparté la cabeza y la acerqué más al libro, como para causarme problemas de vista.

ya llegabamos a mi parada, gracias a la Diosa! pero oh, no! ¿que es eso que oigo?
-esta es nuestra parada, no?

Mierda! tenía que idear un plan, si bajaba aquí era bastante posible que tuviera al pelma aquel siguiendome hasta llegar a mi casa,así que decidí pasarme la parada y bajar en la siguiente.

Paró el bus, y yo esperé y vi bajar a la gente, y esperé, pero...estos chavales bajan o qué? me giré de golpe y los ví bien cómodos en sus asientos, sin ninguna intención de bajar.
A mí, por otra parte, me entró el pánico, estaba a punto de ver como se cerraban las puertas y tener que aguantar quien sabe cuantas mas paradas con aquella gente...

Cogí mi bolso y salté literalmente del asiento...
...me di con la cabeza en el techo.

Salí sin mirar atrás, pero pude oir una voz que decía: ¿ya te vas?
y yo contesté para mis adrentros mientras huía: SI!!!!

Malditos Autobuses!