Esta es una historia de violencia, agresión y dolor, esta es mi historia.
Que te den un puñetazo nunca es agradable, pero en ciertos casos es incluso peor:
Hace un par de días en una mañana tranquila de vacaciones me disponía a pasar la fregona por el pasillo de mi casa sin la mas remota preocupación: los pajaritos piaban, mi perra me cantaba, la alergia me estaba matando...lo normal para un día de primavera.
Y ahí estaba yo, frente a frente con el cubo y el mocho.
Lo normal sería que todos los lectores de este blog (si es que me queda alguno) hubiesen fregado el suelo de sus casas alguna vez, pero no voy a hecerme ilusiones al respecto y os explicaré brevemente en que consiste el proceso de fregado de suelos: se coge el mocho, se moja en el agua, se escurre el restante, se restriega por la superficie a limpiar. Repetir.
Fácil, verdad? Error.
Al fregar aseguraos siempre de que todas las partes integrantes del proceso de ablución del hogar se encuentren en perfectas condiciones, porque si no es posible que el palo de la fregona ceda mientras la escurris, el metal se retuerza entre vuestras manos y os acabeis dando un puñetazo en la cabeza.
Como ya he dicho: Que te den un puñetazo nunca es agradable, pero en ciertos casos es incluso peor.