Ayer tuve jornada de curro intensivo.
Nos colocamos a hacer animación (poca cosa la verdad) en el centro de la ciudad, y a mi me tocó la globoflexia, de lo que me alegré bastante porque hacia el final de la temporada cuanto menos trates con los niños y menos te tengas que pintar la cara, mejor.
Al final resultó que no erá la mejor opción porque no nos dejaron enchufar el hinchador eléctrico cerca del puesto y nos tocó hincharlos a mano...ahora tengo una quemadura en la mano izquierda de darle al hinchador y agujetas de cintura para arriba...pero no es de esto de lo que quería hablar (esto es solo para quejarme, una actividad que me gusta mucho XD )
De lo que sí quería hablar es de la fauna que puebla nuestras calles (o por lo menos las mías), esos especímenes que dan color a la raza humana.
El caso de hoy: "No sin mi marido"
Estando en el puesto de los globos, recogiendo ya para irnos, veo pasar a una señora de unos 60 años (pero como se me da tan mal poner edad lo mismo podia tener 40...) que se paseaba calle arriba con un dedo metido en la nariz (hasta el segundo nudillo) y oteando el horizonte en busca de algo o alguien.
Desapareció de mi campo de visión unos segunos, pero me dijeron que al parecer lo que la señora buscaba era a su marido, y que en cuanto le encontró usó su camisa de lienzo para una obra de arte en color verdoso.
y tan tranquila.