Miércoles
Hoy es miércoles.
¿hasta ahí bien? vale, me alegro de que me sigais el ritmo, entremos en detalles.
Como casi todos los miércoles no he tenido que ir a la Uni, pero lo que en teoría iba a ser un día tranquilo de relax se ha convertido en el día de: "mejor no salgas a la calle".
Que comience el espectáculo:
Amanece; en su cama una joven gira entre las sábanas en sueños, su piel desnuda roza el delicado tejido y un mano se posa en la almohada junto a sus cabellos.
Que poco sabe esta muchacha lo que el destino le tiene preparado el día de hoy.
Varias horas después nuestra protagonista abre los ojos, pero no es hasta cuarenta minutos más tarde cuando por fín se levanta de la cama, se pone una camiseta y procede a desayunar (leche con cereales, el desayuno de los campeones) para darse cuenta de que ya llega tarde a su cita con el dentista.
Así que se lava la cara, se viste con la ropa que dejó tirada en una silla la noche anterior y tras pasarse un peine por la cabeza sale despedida hacia la calle.
Una hora más tarde sale de la consulta con la boca anestesiada y la lengua dormida, el pelo electrizado y las mismas ojeras que llevaba cuando entró. "mejor que no me vea nadie, me vuelvo derechita a casa" piensa nuestra amiga. Pero, ah, cruel destino, como enuncia la ley de Murphy "si algo puede salir mal, saldrá mal".
Ahora encontramos a nuestra heroína acechando como un tigre en la jungla, escondiéndose tras las esquinas, evaluadon la situación, analizando las opciones...es decir, intentando no toparse con nadie en su trayecto de regreso al hogar. Claro que tu, ramera fortuna, pones baches en su camino; el primero en forma de compañera de clase que hace tiempo que no ve, de la que puede librarse en pocos minutos tras saludar, lo que no le evita la vergüenza del mal aspecto ni cierto deje de ceceo al decir: "eztoy muy bien, ¿y tu?" Pero pasado el mal trago procede con su camino hasta llegar a su calle, tan solo una acera le separa del portal de su casa. ¿podra nuestra protagonista hallar el sosiego del hogar por fín?
En una palabra: No. Por su derecha se acerca otro ejemplar de antigua compañera de clase, pero esta vez del tipo más peligroso, de esas con las que te solías llevar bien e incluso fuisteis amigas durante algún tiempo. No hay salvación posible, debes hablar con ella, largo y tendido, y explicarle porque ceceas, "no, no me he dado ningún golpe y pegdido la capazidad de hablag coguectamente, ezque vengo del dentista" venga, ánimo cinco minutos más y podrás ponerte a cubierto.
Pero avancemos en el tiempo un poco, ya es por la tarde.
A nuestra intrépida amiga le ha quedado cierto resquemor tras todo lo acontecido durante la mañana y se decide a salir de casa para realizar ciertos recados, eso sí, esta vez preparada para la guerra: tacones, escote, toque de maquillaje, ceceo desaparecido tras perderse los efectos de la anestesia y nuestra estrella especial invitada de hoy: unos pantalones de esos que todas las mujeres tenemos en casa, esos que nos compramos porque nos gustan tanto, pero no nos podemos poner porque estan un poco ajustados de más, "pero ¿y qué? si total, voy a ponerme a dieta" Ingenuas. Solo que esta tarde los pantalones encajan perfectamente, realzando culo que da gusto, y por vez primera los saca a pasear. No sabrá nuestra amiga lo mala idea que ha sido eso hasta que sea demasiado tarde.
Camina orgullosa, melena al viento, girando cabezas, y con actitud altiva recorre el centro de la ciudad ocupándose de sus diversas tareas. Cuando ya va a retirarse triunfal, lo peor sucede, el holocausto, culminación de los horrores del día, súmmum de las desgracias sufridas:
al cruzar la acera, en medio del asfalto, un tacón no termina su trayectória hasta el suelo, sino que se engancha en el bajo de los pantalones nuevos, y ella se precipita...y cae, y cae... y se estampa contra el suelo.
Solo le queda desear que le hubiera pasado un coche por encima en ese momento, para no tener que levantarse a comprobar como la mira todo el mundo, y darse cuenta de que ¡horror! los pantalones nuevos, antes blancos, ahora estan raspados a la altura de la rodilla, teñidos del duro negro del asfalto, que tan poca piedad ha tenido con tantas mujeres buenas...
Y esta, amigos, es la historia de una mujer que tuvo que recoger los pedazo de su ego para reconocer que hay días en los que realmente, merece la pena no salir de casa.
FIN
basada en hecho verídicos, nigún animal ha sufrido daños en el transcurso de esta historia. Aparte de la que narra, se entiende.
ACTUALIZACIÓN: esta mañana he podido comprobar que en lugar de rodillas tengo dos bultos morados... >_<
3 Comments:
ajjajajja, me hubiera gustado ver tu gran caida hasta el suelo, q seguro q estaba tan asqueroso como siempre, lleno de mierda, y tu con pantalones limpios,ajjajajjajaj
un besico
jijiji aunq no fuera veridico hubiera disfrutado igual leyendote jijij un besin, suc
jejejejejejejejejejejejejejejejeje
(respiro)
jejejejejejejejejejejejejejejejeje
(respiro)
jejejejejejejejejejejejejejejejeje
venga ya paro, pero tiene que haber sido muy buena.
la verdad es uqe si que hay dias que son horribles, como el de mic aida en torrevieja en el charco te acuerdas. asi que te compadezco.
bueno y ya en serio, espero que no te hayas echo daño en la rodilla. bueno ya me lo contaras.bss y mejor uqe mañana no salgas, no vaya a ser que estes gafada, jeejejeje
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